Estos son conceptos
que se manejan en algunas logias esotéricas rosacruces y gnósticas. Se dice que
el iniciado debe dejar de ser “imitatus” para pasar a ser “adeptus”. Se define
“imitatus” como “aquel que otros han puesto en el camino” y “adeptus” como
aquel que “conquista la ciencia por sí mismo, el hijo de sus obras”.
En este
artículo iremos un poco más allá de estas definiciones para poder dar un aporte
al pasaje de uno al otro. Veamos primero cuáles son las características del
“imitatus”
Lo
primero es el seguimiento doctrinal. Es evidente que el imitatus es un
seguidor, una persona adoctrinada que responde a la vida de acuerdo a patrones
cerrados establecidos. Se maneja desde el miedo y la búsqueda de seguridad en
lo que el entiende es su verdadera doctrina. No solo eso sino que además no es
capaz de generar algo nuevo en su vida, constantemente repitiendo como un loro
los parámetros de lo que ha aprendido resulta un sujeto insoportable para los
demás, a menos que su público sea parte del adoctrinamiento colectivo.
Obviamente
el imitatus no sabe quien es, de lo contrario no sería un imitador. Desconoce
su verdadero ser y está más preocupado en cumplir y hacer cumplir con los
preceptos de su doctrina que en descubrirse en su totalidad. De manera que podemos afirma que esta persona
no ha cumplido con el primer precepto básico de las enseñanzas esotéricas: “el
estudiante debe ver por sí mismo”. La contradicción es que esta persona repite
la doctrina que en realidad no cumple.
El
Adeptus sí ha visto por él mismo. Esta es la primera gran clave para poder
iniciar un camino real. ¿Cuántas enseñanzas de las que leemos hemos vivido de
verdad? La mayoría de las cosas no han sido vivenciadas en su totalidad.
Entonces podemos decir claramente que el primer paso para pasar de Imitatus a
Adeptus es reconocer lo que realmente sabemos y lo que no. Desnudarnos
totalmente, ser absolutamente sinceros y dejar de repetir como loros lo que
creemos que es la “verdadera doctrina”.
Una
vez que el estudiante entra en ese momento de desnudez intelectual y emocional
entonces está listo para “ver por sí mismo”, antes no.
Debe
ahora dar un paso más, interiormente hablando, reconocer su naturaleza
original. Aprender a saborear-se. Degustar el sabor de su naturaleza mágica y
divina. Normalmente el Imitatus piensa y siente según la comunidad espiritual
en la que se mueve. Sin embargo en eso el Adeptus está bien claro, piensa y
siente según su naturaleza original.
Para
esto es necesario haber conectado con el Supremo Corazón del Cielo, y eso no es
ni más ni menos que nuestro Cielo personal, totalmente individual. No hay
comparaciones o semejanzas con lo que otra haya vivenciado, de esta manera
podemos afirmar que somos incomparables.
No
es lo que dijo un maestro, lo que se leyó en un libro ni lo que se supone tiene
que ocurrir. Es lo que es para la vivencia de cada uno.
Un
Adeptus es alguien que ha construido su propio mundo, ha madurado y salido de
la visión del colectivo para encontrar su propia visión. No es que sea una
persona aislada y separada del resto, todo lo contrario. La individualidad
implica el no estar dividido, tener la conciencia de la interdependencia y al
mismo tiempo la conexión con la particularidad del ser.
Una
de las definiciones de la palabra “mago” que más me gustan es esta: “el
constructor del mundo pequeño”. El mago es entonces el creador de un
microcosmos. Debe aprender a unir el Sol y la Luna, que son el Propósito y la
Naturaleza Mágica.
El
Propósito es lo que los taoístas llaman Designio Celeste, los hindúes llaman
Dharma, los druidas llaman Dan, etc. La
Naturaleza Mágica está en el sentir y en el fluir del lado femenino del ser. Uniendo
ambas cosas el Adeptus logra encontrar su particularidad, su forma especial en
la cual el Supremo Corazón del Cielo puede expresarse.
Que
todos podemos ser entonces ese “creador del mundo pequeño”.
Atentamente
Daniel Curbelo